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martes, 22 de noviembre de 2011

La crisis deja a papá sin trabajo

Esta tarde papá me llevó al parque. Hacía mucho tiempo que no venía conmigo a jugar y aunque me parecía extraño, la idea me encantó. Me prometió que vendría a buscarme a la escuela y al terminar las clases, allí estaba esperándome en el portal del patio del colegio. Al verlo, salí corriendo a su encuentro.

-¡Hola peque! ¿Qué tal tu día? –me preguntó con una sonrisa.

-Muy bien, pero estaba deseando salir –contesté.

Agarró mi mano y comenzamos a caminar en dirección al parque, mientras yo le contaba todo lo que había hecho en la clase y cómo mi profesora de lengua me había felicitado por mi redacción sobre el otoño. Estaba tan contenta de ir con él, que apenas me di cuenta de que algo raro le pasaba.

Al llegar, mi papá me pidió que me sentase en un banco con él, para poder merendar antes de ponerme a jugar con los demás niños. Fue en ese momento cuando le pregunté:

-¿Ocurre algo papá?

-¿Por qué lo preguntas María? 

-No sé, pero tengo la sensación de que no estás muy contento y quería saber si pasaba algo –respondí.

-Pues has acertado, sí que pasa algo y es por ese motivo que hoy he querido que viniésemos juntos al parque –dijo en tono serio.

-¿No estarás enfermo?

-No cariño, tranquila que no es eso. Simplemente que ahora pasaré más tiempo en casa contigo, mamá y tu hermano, porque ya no iré a trabajar durante una temporada –contestó esbozando una sonrisa.

Durante unos segundos me quedé mirándole sin entender muy bien qué quería decir aquello de pasar un tiempo en casa, y entonces, comenzó a explicarme que había perdido su trabajo. Yo no lo entendí ¿Cómo se pierde un trabajo? Puedes perder un juguete, un libro, incluso un zapato, pero ¿Un trabajo? ¿Acaso es algo que pueda perderse?

Papá siguió contándome que las cosas en su empresa no iban bien y que habían despedido a unos cuantos trabajadores, pero eso no debía preocuparme en absoluto, porque estaba seguro de que rápidamente encontraría otro trabajo y se arreglaría todo.

-¿Es por culpa de la crisis de la que hablan en la tele? –pregunté de pronto.

-Bueno, podría decirse que sí –respondió mi papá ligeramente sorprendido.

-¡Odio la crisis! – exclamé enfadada.

¿Por qué tenía que dejar a mi papá sin trabajo? Esa señora crisis es una boba. Mi papá es un buenísimo electricista que siempre había trabajado mucho y ahora venía esa crisis y lo despedía ¡No hay derecho!

-Escucha María, no quiero que te preocupes por nada. Piensa que ahora podré venir a recogerte todos los días al colegio y haremos los deberes juntos. Ya verás que bien nos lo vamos a pasar los dos –dijo papá.

-¿Y si no trabajas cómo vamos a pagar la casa, la comida y esas cosas? –pregunté

-¡Ay cariño que cosas se te ocurren! Tranquila que ya pagaremos todo, además esto será como unas vacaciones –contestó papá al tiempo que me abrazaba. –Venga, vete a jugar que en un rato nos tenemos que ir.

Me fui hacia el tobogán más grande y me deslicé varias veces por él, aunque no podía dejar de pensar en lo que papá me había contado. En el fondo estaba segura de que esta situación le intranquilizaba. Yo ya no soy una niña pequeña. Con diez años ya me doy cuenta de las cosas y sabía que papá no quería alarmarme. Pero tenía una cosa clara, desde este día mis enemigas ya no serían las lentejas. A partir de ahora mi mayor enemiga es la crisis y no pararé hasta descubrir cómo vencerla.

3 comentarios:

  1. una manera muy ingeniosa de ver la crisis, me gustó mucho tu historia

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  2. una manera original y divertida de ver los problemas de diario de cualquier familia, me gusto mucho

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