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jueves, 19 de abril de 2012

Tengo miedo a la oscuridad

-¡Mamá no hay luz en mi habitación y está muy oscuro! -grité esta mañana nada más despertarme.

-Tranquila cielo que ahora voy -me contestó.

-Ya voy yo mamá que tengo aquí la linterna -dijo de repente mi hermano.

-Qué venga quien sea, pero venid ya que tengo miedo -hablé sintiéndome aterrada.

-No te preocupes peque, que los monstruos solo vienen por la noche -dijo Pedro con voz de miedo.

-¡Mamá! No le dejes que me diga eso que me está asustando -contesté.

-Ya está bien, deja de meterte con tu hermana y llévale la linterna de una vez -dijo papá regañando a Pedro.

-¡Uy sí, que la nena es una miedica! -respondió mi hermano entre risas.

Mientras él se burlaba de mí, yo cada vez me sentía mas asustada y todo me daba miedo. Los juguetes que había en mi estantería, mis muñecas favoritas que me miraban con cara siniestra etc. Así que me tapé con el edredón para no ver la oscuridad que había en mi habitación. Aunque pronto me di cuenta que debajo de él todavía estaba más oscuro.

Escondida dentro de mi cama, oía como mis padres intentaban averiguar por qué hoy nos habíamos despertado sin luz, cuando de repente, la puerta de mi cuarto se abrió. Poco a poco me destapé para poder ver quién era, pero no conseguí distinguir nada. De pronto alguien avanzó hacia mí y un fuerte destello de luz iluminó mi cara.

-¡Socorro! ¡Mamá hay un monstruo en mi habitación! -grité muerta de miedo metiéndome otra vez dentro de  la cama y tapándome con todo lo que estaba a mi alcance, intentando así que aquel ser no me agarrase.

-Jajajaja, soy yo boba que te estoy alumbrando con la linterna -dijo mi hermano partiéndose de risa.

-Eres malísimo ¿Por qué me haces sufrir? -pregunté a punto de llorar.

-¿Se puede saber a qué viene tanto alboroto? Mira que disfrutas haciendo rabiar a tu hermana -dijo papá entrando en mi cuarto.

-Vale, perdón, solo era una broma -replicó él.

-Parece que es un corte de luz en todo el edificio. Abriré las persianas para que entre un poco de claridad -habló mamá desde el pasillo.

-Vamos levántate María que hoy desayunaremos a la luz de las velas. Ya verás que divertido -dijo mi hermano intentando tranquilizarme.

-Sí, divertidísimo, no ves que bien me lo estoy pasando -respondí en tono irónico.

 -Venga chicos a desayunar que se hace tarde -dijo mamá.

Mientras mi hermano Pedro me alumbraba con la linterna, yo me levanté y me puse la bata y las zapatillas de casa. Juntos nos dirigimos hacia la cocina, donde mamá había puesto unas velas para que, al menos, pudiésemos ver lo que había en la mesa. Pasado el susto inicial, tengo que reconocer que me gustó mucho desayunar así y que Pedro tenía razón, fue divertido.

Cuando terminamos de comer, volvió la luz y todos suspiramos aliviados. Entonces mamá nos metió prisa para vestirnos y asearnos porque con tanta historia se había hecho tardísimo. Al final solo había sido un apagón por un fallo eléctrico, aunque por un momento pensé que la Señora Crisis nos había dejado sin luz, cosa que tampoco me extrañaría nada si tenemos en cuenta lo mucho que le gusta fastidiarnos.

3 comentarios:

  1. Pobre, María, que mal se pasa con las pesadillas y los miedos nocturnos, y con los hermanos mayores... Lindo, Lúa. Un abrazo.

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  2. Ohh, que preciosa historia nuevamente. Vine de un maravillosa reunión y encontrarme con María en mi correo es la guinda perfecta.

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  3. Tienes razón Fernando, se pasa mal con las pesadillas. María, como todos, prefiere la luz a la oscuridad. Un biquiño.

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