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jueves, 28 de marzo de 2013

En defensa de la educación pública

Esta mañana fue el último día de colegio antes de las vacaciones de semana santa. Todos estábamos algo revolucionados y deseando que terminase la jornada para salir a jugar y disfrutar con nuestros amigos. Fue por eso que nuestra profesora, la señorita Paula, decidió ponernos una película, ya que era consciente de que no teníamos muchas ganas de trabajar.

-Bueno niños, un poquito de silencio que vamos a ver un video muy especial -nos dijo, intentando calmar a una clase un poco alborotada.

-Que no sea de dibujos señorita, que ya no somos tan pequeños -habló Lucas, provocando las risas de los demás con su comentario.

-Mejor de aventuras y con mucho humor que así se nos pasa la mañana más rápido -replicó mi amiga Clara.

-No chicos, no es ninguna película. Lo que vamos a ver es un video que hicieron unos niños como vosotros. Es una canción que compusieron ayudados por sus profesores y padres, en defensa de la escuela pública y en contra de los recortes en educación -nos explicó nuestra maestra.

-¡Eso es fantástico! Me parece una idea genial, y ¿de donde son esos niños señorita Paula? -le pregunté entusiasmada por lo que estaba contándonos.

-Son chavales de primaria de un colegio de Teruel, concretamente el del CEIP Vicente Ferrer Ramos de Valderrobres. La canción se titula “No recortes, no” así que ahora guardad silencio que vamos a escucharla -concluyó la profesora.

Tan solo duraba cinco minutos, pero fueron los más chulos que recuerdo. Simplemente, nos encantó. Al terminar aplaudimos a rabiar, tanto ruido hicimos que las clases de alrededor se acercaron para ver qué nos pasaba. La señorita Paula volvió a ponerlo y ya casi nos la sabíamos. Aquella melodía pegadiza nos acompañó el resto del día.

La verdad es que me pareció admirable lo que hicieron aquellos chicos. Me sentí fascinada por su trabajo, y era estupendo ver como los más pequeños podíamos ser capaces de movilizarnos, para pedir que no se olviden de nuestros derechos. Lo único que queremos es que nos dejen estudiar y que todos podamos tener las mismas oportunidades.

 

jueves, 21 de marzo de 2013

19 de Marzo: Día del Padre y de la Nit de la Cremà

Hoy celebramos el día del padre. Fue por eso que esta mañana, nada más entrar en la clase, nuestra profesora, la señorita Paula, nos dijo que dedicaríamos el día para hacerles los regalos a nuestros papás. Toda la clase asintió entusiasmada ante la propuesta de la maestra. Entonces nos pidió que pensáramos con qué podríamos sorprenderles. Después de meditarlo durante unos minutos, empezamos a decir lo que a cada uno le parecía lo mejor. Unos propusieron una postal decorada, otros una corbata de cartulina, algunos preferían hacer un portalápices...

-A mí me gustaría un marco para poner una foto de él y mía. Así cada vez que la vea, se acordará de lo mucho que le quiero -dije de pronto poniéndome en pie.

-Eso esta muy bien ¿Qué os parece la idea de María? -preguntó la profesora dirigiéndose al resto de la clase.

A todos les pareció una idea estupenda y decidimos que era eso lo que haríamos. Ya solo nos faltaba apuntar los materiales que íbamos a necesitar para confeccionar nuestro regalo. Así que hicimos una pequeña lista de lo que precisábamos: dos cartulinas gruesas, una de color negro y otra amarillo, papel de plata, pasta alimentaria, unas tijeras y un tubo de pegamento.

Fue así, como por la tarde, llevamos a la clase todo lo necesario para comenzar con la confección de nuestro obsequio. Al principio se formó un gran revuelo, todos hablábamos a la vez de cómo debíamos hacerlo, y claro, así no había forma de entenderse. Entonces la señorita Paula nos pidió calma y empezó a organizarnos para que todo saliese perfecto. Nos dijo que podíamos ponernos en grupos de tres y así nos ayudábamos unos a otros. Por supuesto Clara y yo nos pusimos juntas. Pero como nos faltaba una para formar nuestro grupo de trabajo, y no queríamos niños, sobre todo Clara, escogimos a Alicia, para que hiciese el trabajo con nosotras.

A pesar de que ya llevaba en nuestra clase desde principio de curso, todavía seguía teniendo problemas para integrarse con los demás niños. Pero con nosotras se sentía bien, tanto que nos había contado que sus padres se estaban separando y que se peleaban por ganarse su cariño. Es por eso que su madre no le había comprado nada para poder hacer el regalo a su padre. Me costaba mucho entender la actitud de su mamá y me daba pena porque ella sufría por culpa de la guerras que sus padres mantenían.

-No te preocupes Alicia, nosotras compartiremos nuestro material contigo -le dije con una sonrisa.

-Pues claro que sí, además mi tía es una exagerada y me compró para hacer tres marcos por lo menos -nos contó Clara entre risas.

-Muchas gracias chicas, sois estupendas -dijo Alicia ligeramente emocionada.

Un par de horas después termínanos nuestros marcos, con algún que otro dedo pegado y con algún pequeño cortecito con la tijera, aunque todo muy leve. La verdad es que nos quedaron chulísimos, y ya solo faltaba ponerle la foto que llevaría por dentro. Cada uno puso la que más le gustaba. La mía era una de mis favoritas y estaba segura que a mi papá le iba a encantar.

Una vez termínanos, nuestra profesora nos recordó que debíamos entregárselo esta noche. Por último nos indicó que podíamos escribirle una pequeña tarjeta de felicitación. En ella además de felicitarle, deberíamos expresar nuestros sentimientos hacia nuestro papá. Al hacerlo, no pude evitar emocionarme, pensando en lo mucho que le quería y en lo importante que era para mí.

Cuando llegué a casa, me puse hacer los deberes a la velocidad del rayo, deseando que las horas pasaran rápidamente para poder entregarle el regalo. Por fin llegó la hora de cenar, y tan deprisa comía, que mamá empezó a regañarme diciéndome que fuese más despacio o terminaría por atragantarme. Nada mas terminar, pedí permiso para levantarme y me fui corriendo a mi habitación para buscar mi obsequio. Lo había envuelto en papel plata y le había puesto una pegatina roja que ponía ¡Feliz día papá! Volví a entrar en la cocina y me dirigí hacia él, primero le di un abrazo muy fuerte y a continuación le entregué mi regalo.

-¡Vaya qué sorpresa! ¿Es para mí? ¿Qué será? -me preguntó.

-Ábrelo y lo sabrás -le dije algo impaciente.

Comenzó a desenvolverlo con mucho cuidado para no romper el papel, y cuando lo abrió, se quedó mirándolo durante unos minutos sin decir nada. El marco era muy bonito pero lo mejor estaba dentro. Allí había puesto una foto de él y mía cuando yo era solo un bebé. Mi papá me tenía en sus brazos, y yo le miraba con una gran sonrisa, mientras con mi manita sujetaba su dedo pulgar. Aproveché ese momento, para darle la tarjeta y pedirle que la leyese. En ella ponía:

Te quiero mucho papá, porque eres mi mejor amigo.
Mi mejor ejemplo y mi mejor maestro.
Mi héroe en los juegos y mi compañero en el camino.
Porque estás siempre que te necesito.
Por todo esto te doy las gracias.
¡Muchas felicidades!

No dijo nada, tan solo me abrazó muy fuerte. Sentí todo su amor y cariño acurrucada en su pecho. Entonces me susurró al oído que estaba muy orgulloso de mí y que era la mejor hija que se podía tener. Aunque creo que exageraba y la emoción que sentía en ese momento le hacía decir esas cosas, pero fuera como fuese, a mí me gustaba.

Pasados unos minutos, mamá nos interrumpió, ligeramente emocionada, para decirnos que nos sentásemos, que ahora empezaba en la tele la Nit de la Cremà. Yo no sabía de qué hablaba y mucho menos en que idioma lo hacía. Entonces papá me contó que era una fiesta valenciana que se celebraba el mismo día del padre. Las calles de aquella ciudad estaban adornadas por figuras preciosas que representaban distintos momentos de la vida y la sociedad. Las había sobre los políticos, sobre personajes famosos, otras eran infantiles, etc. Pero sobre todo había muchos fuegos artificiales y petardos, que hacían tanto ruido que parecía que te ibas a quedar sordo. De pronto, pasó algo que me dejo atónita, aquellas figuras tan bonitas y que tanto trabajo habían dado a sus creadores, comenzaron a arder.

-Pero ¿Qué hacen? ¿Están locos o qué pasa? -pregunté sorprendida.

-No nena, esas figuras son las fallas. Su fin es arder en este día, después de días expuestas para que todo el mundo las vea y disfrute de su belleza -me explicó mi papá.

Lo que me faltaba por oír. No podía entender que quemasen algo tan precioso y que seguramente había costado un montón de trabajo y dinero. La verdad es que me daba pena ver como eran devoradas por el fuego. En vez de disfrutar con las figuras tan hermosas, lo que más les gustaba era ver como se quemaban. Hasta el punto de que le hacían una fiesta por todo lo alto ¡Que raros son los mayores!

jueves, 14 de marzo de 2013

Celebramos el Día de la Mujer Trabajadora

Esta mañana, cuando entré en la cocina para desayunar, me encontré a papá felicitando a mamá. Rápidamente repasé en mi cabeza que día era; su cumpleaños no, su santo tampoco, para el día de la madre aún faltaba, su aniversario no…pues nada, por más que pensaba no tenía ni idea de qué era lo que celebraban. No podía ser que no me acordase, y encima, no le había comprado nada.

-Lo siento mami pero no sé que día es hoy -dije acercándome a ella.

-Hoy es el día de la mujer trabajadora -me contó papá.

-¡No me digas! ¿Y qué se celebra exactamente? -pregunté curiosa.

-Pues celebramos que las mujeres tienen los mismos derechos frente al hombre, las mismas oportunidades laborales, y sobre todo, es una forma de reconocer nuestra labor en la sociedad -me explicó mamá.

-¡Eso está muy bien! Además nosotras hacemos muchas cosas importantes tanto dentro como fuera de casa -concluí muy seria.

-Tienes razón María, nosotras somos mamás, enfermeras, profesoras, cocineras, etc. Todo en una misma persona, pero lo hacemos con mucho amor, porque queremos lo mejor para nuestra familia -me dijo mi mamá.

-Por eso hoy debes acordarte de felicitar a tu maestra -me recordó papá.

-Eso haré -le contesté con una sonrisa.

Fue así, como nada más entrar en la clase, me acerqué a la señorita Paula para felicitarla. Ella me dio las gracias y me pidió que me sentase, diciéndome que precisamente ese sería el tema central del día. Una vez todos en nuestros sitios, la profesora nos preguntó que si alguno de nosotros sabía, porqué el 8 de marzo era el día internacional de la mujer trabajadora. Todos cuchicheamos al escuchar su pregunta pero nadie sabía la respuesta. Tan solo uno de los niños, de los que solían hacerse el gracioso, levantó su mano. La maestra le dio permiso para hablar, y entonces él contestó, que eso era para que se sintieran igual que los hombres y que estuvieran contentas. Algunos niños rompieron en carcajadas al escucharle, pero al resto de la clase no nos hizo ninguna gracia.

-Pues no, no es por eso. Además los hombres y las mujeres son iguales, todos tenemos los mismos derechos y obligaciones -le dijo la profesora muy seria.

-Supongo que este día tiene una historia ¿no es así, señorita Paula? -pregunté de pronto.

-Claro que lo tiene María, aunque hay diferentes versiones. Lo que os voy a contar ahora es una de las que más me impresionaron y por eso hoy voy a compartirla con vosotros -nos dijo.

Comenzó contándonos que el origen del Día de la mujer Trabajadora, parece remontarse a un terrible suceso acaecido en Nueva York en 1908. Se cree que un grupo de mujeres trabajadoras, costureras de grandes fábricas, se declararon en huelga para protestar por sus condiciones laborales. Se encerraron en su centro de trabajo para reivindicar aumento de los salarios, reducción de la jornada laboral y el fin del trabajo infantil. Durante esta huelga pacífica, se produjo un incendio dentro de la fábrica donde estaban. Al parecer fue provocado por el propio empresario y en la que 129 mujeres murieron quemadas.

Aquel trágico acontecimiento hizo que cambiaran muchas cosas en el entorno laboral de las mujeres. En 1909 se celebró por primera vez en los EEUU el día de la mujer trabajadora, respondiendo así, a una declaración del Partido Socialista de América. En 1910 fue propuesto el 8 de marzo como día internacional de la mujer trabajadora, durante el Congreso Internacional de Mujeres Socialistas en Dinamarca. Al año siguiente, más de un millón de mujeres y hombres europeos participaron en manifestaciones por demandas de igualdad para la mujer. Se celebraron  mítines que exigieron para las mujeres el derecho de voto y el de ocupar cargos públicos, el derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral.

Una vez terminó de contarnos aquella historia, se quedó mirándonos mientras nos preguntaba que nos había parecido. Nadie dijo nada, no sabíamos que decir, incluso los graciosos de la clase se habían quedado en completo silencio. A mi me parecía terrible que para que se reconociesen los derechos de las mujeres, tuvieran que pasar cosas tan espantosas. Me preguntaba porqué éramos tan crueles los unos con los otros. Al fin y al cabo todos somos iguales, tenemos dos brazos, dos piernas, dos ojos, nos duelen las mismas cosas, sentimos hambre, sed y frío ¿Por qué no podíamos ser buenos y solidarios?

Aquella historia me hizo ver lo importante que era luchar por lo que uno cree. La valentía de aquellas mujeres consiguieron cambiar sus condiciones en el trabajo, pero el sacrificio me parecía tremendo. Solo espero que el mundo mejore y la gente cambie su forma de pensar. Respetar a los demás y ayudar a los que lo necesitan harán de nosotros mejores personas y que nuestro mundo sea un lugar mejor en el que vivir.

jueves, 7 de marzo de 2013

Los perros también van a la peluquería

Este mediodía, justo al terminar de comer, alguien llamó al timbre. Rápidamente me levanté para abrir, y al hacerlo me encontré con Hugo, el vecino de arriba. Había bajado para traerle un juego de la Play-Station a mi hermano Pedro. Estaba acompañado de su inseparable perrito Iker, el cual, nada más verme, empezó a lamerme y a mover su colita sin parar, al mismo tiempo que emitía unos ladridos agudos un poco extraños.

-¿Por qué ladra así? -pregunté preocupada.

-Es porque le gustas tanto María, que se pone nervioso al verte -me respondió entre risas.

-¡Que ricura! A mi también me gustas mucho -hablé mirando al perrito.

-Si le acaricias despacio, se tranquiliza y deja de ladrar así -me explicó, entonces me agaché para hacerlo, pero en ese momento, Iker dio un chillido de dolor que me asustó.

-¿Qué le pasa? Le lastimé ¡Ay pobrecito! Fue sin querer -dije apenada al ver al animalito dolorido.

-No te preocupes, es que tiene el pelo tan enredado que le duelen hasta las caricias. Es por eso que voy a llevarlo a la peluquería para cortárselo -me dijo.

-Supongo que lo llevarás a la peluquería de mi madre. Además por ser tú, seguro que te hace descuento -le dije.

-Pues no, lo llevo a una de perros -me contestó.

-¿Cómo qué a una de perros? -pregunté sorprendida.

Entonces Hugo me contó que había peluquerías exclusivas para ellos. Donde los bañaban, les cortaban el pelo y les peinaban. Algunas hasta tenían ropa, además de collares, mantitas y multitud de accesorios para que estuviesen más guapos y cómodos. No podía creer que lo que me contaba fuese cierto. Ni siquiera podía imaginarme estudiando peluquería para animales. Así que le pedí que me dejase ir con él porque sentía mucha curiosidad por saber cómo eran esos sitios.

-Pues claro que puedes venir María -me dijo con una sonrisa, mientras el perrito movía su rabito como si nos entendiese y se alegrase de que les acompañase.

-Espera un segundo que voy a buscar un abrigo y vuelvo ahora -le dije mientras corría a mi habitación.

Una vez lista nos fuimos hacia la peluquería que estaba dos calles más abajo de donde vivíamos. El perrito iba feliz, correteando por la acera, olisqueando todo a su paso y meando sin parar. No entiendo porque hacia tanto pis, nunca había visto a un animalito mear tanto. Me preguntaba que con lo pequeño que era ¿Dónde guardaba tanto pis? ¿Y porque lo meaba todo? Entonces se lo pregunté a Hugo, que me contó que era su forma de marcar territorio para que los demás perros sepan que él manda. También es una manera de darles mensajes, como ellos no tienen móvil como las personas, se informan y comunican mediante su orina. Me parecía sorprendente todo lo que me contaba, y tan ensimismada estaba, que así sin darme cuenta llegamos a la peluquería de perros.

Era una tienda chulísima, de color rosa y amarillo. En la fachada tenía un cartel con unos perritos dibujados y que llevaban unos rulos en la cabeza. Al lado estaba el nombre del local que decía: “Peluquería Lolitas”. Al llegar, Hugo abrió la puerta y tiro de Iker hacia dentro, pero este se resistió echándose en el suelo como si prefiriese quedarse fuera. En aquel momento apareció una chica muy amable que nos invitó a entrar. Pero nada, el perrito cada vez hacia más fuerza para quedarse en la calle.

-¿Qué te pasa Iker? ¿No quieres que te corte el pelo? -dijo la chica acariciándole para que se calmase.

-Pues parece que no le apetece mucho, a lo mejor es que le dan miedo las tijeras -le contesté.

-¡Vaya! Hoy vienes muy bien acompañado ¡Hola guapa! Me llamo Carmen ¿y tú quién eres? -me preguntó con una sonrisa mientras entrábamos dentro del negocio.

-Ella es María, mi vecina. Su madre también es peluquera, pero de personas -le respondió Hugo que finalmente tuvo que coger a Iker en brazos para poder entrar.

-Mira que bien. Pues yo lo soy de animales ¿quieres quedarte a ver cómo trabajo? -me preguntó.

-¡Oh sí, claro que quiero! Gracias Carmen -le dije muy contenta.

Entonces pasamos a una especie de cuarto donde tenía una bañera metálica para lavar a los perritos. Al lado había una mesa con todo lo necesario para cortar y peinar al animalito. A Iker no parecía hacerle mucha gracia todo aquello, pero no le quedaba más remedio que aguantarse. Carmen le hablaba con mucho cariño y poco a poco fue ganándose su confianza y se dejó bañar y cortar el pelo sin problemas.

Al final tuvo que raparle y dejarle el pelo muy cortito. Eso era porque su amo no le peinaba y el perrito había cogido nudos que le provocaban pequeñas heridas en la piel. La peluquera le dijo que debía peinarle todos los días para evitar esas cosas. Pero Hugo no parecía muy convencido de querer hacerlo. Así que le pedí que me explicase cómo se hacía y me comprometí a peinar a Iker todas las tardes al venir del colegio. Al perrito pareció gustarle la idea, ya que no dejó de mover su rabito y lamerme el rato que estuvimos allí. Cuando terminó, estaba guapísimo. Además, como premio, le dio una chuchería por haberse portado tan bien. Fue una tarde estupenda y me encantó acompañarles. Aunque lo que más me gustó fue conocer a Carmen, era muy amable y una gran peluquera de animales.